Immanuel Kant, nacido el 22 de abril de 1724 en Köinsberg, Prusia, fue un hombre profundamente religioso, extraordinariamente metódico y disciplinado en su trabajo. Es considerado uno de los filósofos más importantes de la edad moderna cuya motivación fue principalmente la situación filosófica y social vigente en su época junto a un anhelo de esclarecer al hombre y su sociedad en el contexto histórico de la Ilustración.
(Este periodo fue concebido como periodo de culminación de la liberación humana, una defensa de ultranza de la libertad y su análisis entre libertad y religión. Además, concibe este periodo como una etapa que posibilita al ser humano a salir de la ``minoría de edad´´, incapacidad de servirse del propio entendimiento sin la dirección de otro ¡Sapere aude! .Determina, pues, que para poder ser mayor de edad debemos estar capacitados para elaborar juicios maduros y mantener un espíritu crítico, como bien reflejará nuestro autor en su obra ``La crítica de la razón pura´´ publicada en 1781. )
Su proyecto crítico presentó una simbiosis entre racionalismo y empirismo donde abogó por el pensamiento crítico, postulando que pese todo conocimiento comience con la experiencia, no toda procede de ella, es decir, frente a la mera opinión racionalista consideró el sujeto como activo a la hora de conocer debido a que aporta elementos sin los cuales sería imposible el conocimiento.
Su teoría fue considerada como ``el giro copernicano’’ haciendo honor a la teoría heliocéntrica postulada por Copérnico gracias al anhelo de una nueva metodología que pudiese verificar las incongruencias mostrada en la teoría geocéntrica. Kant consideró, que la decadente filosófica moderna requería una modificación de perspectiva para alcanzar el status de ciencia puesto que analizaba el conocimiento humano haciendo depender la mente de los entes que percibía adecuando así el conocimiento a los objetos obteniendo, de manera infructuosa, conocimientos apriorísticos erróneos, es decir , que trataba de percibir facultades del sujeto cognoscible o volente previas a la experiencia a la par de ser universales y necesarias, no posibilitar la excepción. Kant propuso un progreso metafísico con la suposición inversa, donde los objetos tratasen de adecuarse a nuestro conocimiento sin implicar una reducción de la realidad a las ideas cognoscibles del intelecto humano, es decir, que las cosas no pueden ser conocidas a menos que presentan ciertas condiciones apriorísticas del sujeto que posibiliten su comprensión. Admitiendo que nuestra mente es activa, es decir, que posibilita el conocimiento a priori determinando así un intelecto que impone al material suministrado por la experiencia sus propias formas cognitivas, determinadas por la estructura de la sensibilidad y el entendimiento humano que posibilitan la concepción de los entes.
El punto de partida de la teoría kantiana fue cuestionarse la posibilidad de la metafísica en el ámbito científico puesto que a diferencia de las ciencias verdaderas, la metafísica presentaba un profundo descrédito por su carácter inconcluyente y su incapacidad de obtener un método plenamente fiable. Así pues, La metafísica carecía de un progreso lineal y acumulativo que capacitase el progreso así como de desavenencias fundamentales entre los miembros, dado a que carece de juicios de carácter objetivo, universal y necesarios.
Urge, pues, plantearse la posibilidad de la metafísica como ciencia y su problema fundamental sería dilucidar dicha cuestión. Para ello, Kant plantea dos condiciones que posibilitan la ciencia.
Las condiciones empíricas o a posteriori, particulares y fáticas, pueden ser alteradas por las diferentes percepciones que nos aporta la experiencia y por ello depende su veracidad de ella careciendo de universalidad por ello Kant relega de dicha condición para centrar se en su antagónico, las condiciones a priori.
Estas condiciones apriorísticas son aquellas cuyo conocimiento no procede de las determinaciones empíricas sino de las facultades del sujeto cognoscible o volente previas a la experiencia. A su vez, las podemos calificar como generales o universales dado a su enfoque holístico sin centrarse en individuos o caracteres individuales. Además son estrictamente necesarias, dado que no pueden darse de otra manera, pues carecen de carácter puramente fáctico donde podrían ser alteradas. La ciencia de antaño posibilitaba dos tipos de juicios que integraban dichas condiciones:
Por un lado encontraríamos juicios sintéticos son a posteriori dado a que el predicado no se incluye en la noción del sujeto, y por ello, para ser corroborado debemos recurrir empíricamente, así pues, no presenta universalidad y es contingente careciendo de cualquier excepción cuyo carácter extensivo amplia nuestro conocimiento.
Por otro lado, podemos determinar juicios analíticos como a priori, donde predicado permanecía comprendido en el sujeto, al menos implícitamente puede ser corroborado sin necesidad de recurrir a la experiencia y, por tanto, son estrictamente universales y necesarios sin excepción, sin embargo, no son extensivos puesto que no amplían nuestro conocimiento debido a su obviedad
Esta vieja pugna vigente en la metafísica tradicional, gracias al filósofo Hume, fue cuestionada por Kant puesto que consideró que Hume cometió una errata al confundir las leyes causales particulares con el principio general de causalidad reflejada en las leyes físicas de Newton de estatus apriorístico.
Kant, por tanto, determinó la existencia de juicios sintéticos a priori, es decir, juicios extensivos que amplían nuestro conocimiento, de carácter universal y necesario cuya veracidad no necesita ser corroborada empíricamente. Este tipo de juicios sintéticos a priori presentarían una verdadera relevancia en la ciencia y sus principios fundamentales y por ello trató de hallar las condiciones trascendentales que los posibilitaban.
Kant comenzó su crítica a la razón pura mediante la estética, ("aisthesis", "sensación"), trascendental donde realizó estudios acerca de la sensibilidad y muestras las condiciones apriorísticas que posibilitan los juicios a priori en las matemáticas.
La sensibilidad kantiana, de crácter pasiva, fue concebida como una facultad humana que presentamos frente a determinadas impresiones y estímulos fenoménicos, la sensibilidad, pues, nos permite presentar intuiciones sensibles, las percepciones particulares y empíricas que determinan su concepción trascendental. Esta concepción determinaba la existencia y comprensibilidad de un mundo sensible y fenoménico externo a nosotros que nos aporta percepciones aportadas empíricamente.
A su vez, dichas percepciones presentan condiciones apriorísticas de la sensibilidad absolutamente necesarias y generales ajenas a cualquier impresión sensible empírica concebidas como intuiciones puras o formas puras a priori de la sensibilidad ``el tiempo y el espacio´´. Ambos son únicos, no hay pluralidad, sin embargo imponemos a toda intuición sensible determinándoles, pues, una relatividad. Además, no presentan existencia en sí mismo u órdenes inherentes a los objetos, sino subjetivos e inmensurables en sí mismos que posibilitan la representación del mundo fenoménico, pero en cuanto a finitas, no poseen otro título de legitimidad ajeno a la justificación de nuestros conceptos.
Además Kant distinguió entre la sensibilidad externa, sometidas por el tiempo y el espacio, y la sensibilidad interna, sometida meramente por el tiempo , la sensación y la reflexión según Locke.
Kant entrevió una relación entre dichas intuiciones puras y la matemáticas posibilitando juicios analíticos a priori en las matemáticas puesto que la geometría trata de propiedades espaciales y, por otro lado, pese a su controversia, la aritmética presenta al tiempo como fundamento último en una sucesión numérica que corresponde con una sucesión temporal, pues el concepto sintético de adición de los sumandos no incluye el resultado. Corroborando así que los juicios matemáticos son sintéticos y a priori.
Por otro lado Kant realizó la analítica trascendental donde precisó el estudió apriorístico del entendimiento, de carácter ativo, facultad innata de elaborar conceptos y juicios que nos posibilita la comprensión de las percepciones sensibles, tratando de hallar la condiciones apriorísticas que posibilitaban la física.
Nuestro conocimiento incluye además de percepciones, conceptos y comprensiones fenoménicas para poder referirnos a un determinado concepto. Esto es debido a que no presentamos sensaciones aisladas sino que presentamos impresiones sucesivas, y por otra parte, concebimos, por Hume, que ninguna sensación presenta una ``unidad´´ de tal manera que debe ser el ser humano quien unifique dichas intuiciones sensibles en una totalidad, de tal manera que cuando no coinciden nuestras impresiones a nuestros conceptos, éstos presentan una incomprensibilidad.
Estos determinados conceptos obtenidos los podemos calificar por un lado, en conceptos empíricos aposterióricos dado a que son empíricos, extraídos, pues, de observaciones y semejanzas procedentes de determinados individuos y por otro lado, los realmente importantes, los conceptos puros o categoría apriorísticas.
Kant determinó, haciendo uso de la lógica y de una metodología rigurosa e infalible, la deducción metafísica de las categorías, en concreto 12 :
· De Unidad, Pluralidad y Totalidad que presentan juicios Universales, Particulares y Singulares calificando una Cantidad en principios axiomáticos de la intuición.
· De Realidad, Negación y Limitación que presentan juicios Afirmativos, Negativos o Indefinidos calificando una Cualidad en principio que anticipan a las percepciones.
· De Sustancia u Accidente, de Causa y Efecto, y Reciprocidad que presentan juicios Categóricos, Hipotéticos y Disyuntivos calificando una Relación en principios analógicos empíricos.
· Finalmente, De Posibilidad, Existencia y Necesidad que presentan juicios Problemáticos, Asertóricos y Apodícticos calificando un Modo en principios que postulan el pensamiento empírico en general.
Las categorías son, por tanto, condiciones trascendentales necesarias, e insuficientes, para la aportación de un conocimiento objetivo, puro y fenoménico. Por ello, sin el concepto de sustancia, nuestro juicio empírico quedaría reducido a una impresión subjetivas, percepciones inconexas o ilusiones trascendentales y por tanto imprescindibles para el conocimiento humano.
En la analítica trascendental podemos observar como Kant posibilita los juicios sintéticos a priori en la física. Determinó, pues, la capacidad que presenta el entendimiento de conocer aplicando las categorías a fenómenos para formar conceptos empíricos y, por tanto, presentarán en sí algo apriorístico. Por tanto, el estudio empírico, está sujeto a determinadas leyes universales como la de causa y efecto verificando así el uso de dichos juicios.
Así pues, estas categorías presentan dos usos uno legítimo, cuando aplicamos las categorías a las impresiones empíricas, y uno ilegítimo donde la filosofía dogmática trata de usar las categorías para referirse a realidades transempíricas o trascendentes, presentando un uso metafísico.Por, tanto, según Kant, todo conocimiento viene limitado por su aplicación empírica.
La concepción Kantiana concebía el ``noúmeno´´, ``cosas en sí´´ , al correlato del objeto ajeno a toda relación con la sensibilidad o cualquier ente sensible de tal manera que presenta un carácter inteligible. De ésta manera cuanto tratamos de conocer dicha realidad noúmena, haciendo uso de las condiciones trascendentales, tiempo, espacio y las categorías, ésta es distorsionada puesto nos extralimitamos de nuestras posibilidades de conocimiento creando así experiencia y dando lugar a una construcción concebida como fenómeno, objeto presente que podemos conocer.
El noúmeno presenta a su vez, un sentido negativo, puesto que significa una cosa incognoscible mediante la intuición sensible y, por otro lado, un sentido positivo, puesto que nos posibilita su comprensión por medio de la intuición intelectual. Ahora bien, nuestra carencia de intuiciones intelectuales refleja un conocimiento limitado por los fenómenos y las condiciones trascendentales. Por tanto, el noúmeno es concebido como límite de lo que puede ser conocido teóricamente.
Finalmente, para culminar dicha crítica teórica realizó la Dialéctica Trascendental donde abarcó la posibilidad de la metafísica, así como de la naturaleza, es una crítica al entendimiento y a la razón por su pretensión de alcanzar las cosas en sí.
La razón fue concebida como una facultad innata del ser humano, íntegra en el entendimiento, que nos capacita para realizar raciocinios, es decir, una síntesis de juicios mediante agrupaciones de éstos obteniendo así silogismos con la pretensión de obtener principio plenamente absolutos e incondicionados que abarquen multiplicidad de juicios particulares y postular leyes e hipótesis que abarquen progresivamente un mayor conocimiento fenoménico.
Sin embargo, esta tendencia racional, concebida por Kant como naturaleza dialéctica, se extralimita de la barrera empírica, haciendo uso de las categorías en un ámbito no empírico, con la pretensión de crear premisas absolutas llevando así a la metafísica a intentar concebir un saber absoluto inabarcable.
Esta metafísica especulativa, dogmática, por tanto, nunca podrá convertirse en ciencia, puesto que no podrá aplicar las categorías a entes noúmenos, dado obtendrían la categoría de sustancia y causa en un ámbito no empírico, y por ello obtendríamos meras especulaciones, ideas kantianas, conceptos fruto de nuestro limitado intelecto por pensar en síntesis supremas. En el ámbito de la metafísica especulativa podríamos encontrar:
La psicología acerca del alma presenta el error trascendental de aplicar la categoría de sustancia a entes ónticos y noúmenos obteniendo meros paralogismos.
La cosmología o fenómenos físicos acerca del mundo presenta un error trascendental donde la razón presenta un error trascendental consigo misma, puesto que presenta veracidad y falsedad correspondiendo al ámbito fenoménico o noúmeno, presentando así una tesis y antítesis correspondiente a los juicios de categorías de cantidad, cualidad, relación y modalidad.
Finalmente, la teología englobaría ambos fenómenos, físicos y psíquicos, tratando de explicar la causa suprema, sin embargo, presenta el error trascendental de aplicar la categoría de existencia o causalidad a objetos que se extralimitan de lo empírico obteniendo meros ideales de la razón pura, Dios.
Kant comprendió, que pese a que la metafísica jamás lograse el status de ciencia, la razón no se limitaba al ámbito científico, sino que presentaba también un ámbito moral, es decir, que rige nuestras conductas formulando imperativos o mandamientos posibilitando así una conducta racional y moral. En esta razón práctica posibilitó el conocimiento de los objetos metafísicos, aparentemente inaccesibles, a través de una conciencia moral, catalogándolos como postulados de la razón práctica, es decir imperativos hipotéticos, que pese a no ser demostrables, son condiciones necesarias para la moral misma.
Pregunta 4 Kant
En la teoría de la relatividad formulada por Albert Einstein a principios del siglo XX podemos entrever una inesperada relación con la concepción kantiana de tiempo y espacio.
Para Kant, el tiempo y el espacio no son algo existente en sí mismo o unas características u órdenes inherentes a los objetos, sino queson considerados como algo relativo al «yo», un tiempo y espacio subjetivos inmensurables en sí mismos, es decir, unas entidades relativas a la percepción del sujeto.
Pese a ello, el tiempo junto al espacio, son concebidos condiciones a priori en las que se apoya nuestra mente para ordenar nuestra percepción de la realidad, pese a su relatividad.
No obstante, en la visión de Kant, estas condiciones posibilitan la representación del mundo fenoménico, pero en cuanto a finitas, no poseen otro título de legitimidad ajeno a la justificación de nuestros conceptos.
La teoría de la Relatividad supone una confirmación de la concepción Kantiana, dado a que toda determinación espacio-temporal se fundamenta de leyes físicas en modo de determinación de manera relativa. Así pues, ninguna teoría física puede alterar la concepción filosófica gnoseológica de Kant que concierne, ante todo, al tiempo puro o espacio físico.
De esta manera, pese a que las teorías se fundamenten en la experiencia o presenten modificaciones del paradigma kantiano para elucidar el conocimiento científico, suponen de modo necesario las confirmaciones parciales de la tesis espacio-temporal de Kant.
Platón
Aristocles, conocido como Platón, nació en Atenas hacia el año 427 a.C. Perteneciente a una familia aristocrática, frecuentó las mejores escuelas, sin embargo, fue el magisterio de Sócrates el que dejó en Platón una huella mayor, hasta el punto de inclinarle a la filosofía. El símil de la línea ilustra claramente el dualismo de la filosofía platónica en lo que respecta a la concepción de la realidad y del conocimiento verdadero. Platón presenta los objetos matemáticos como entidades ideales e inteligibles, aunque las diferencia de las ideas como veremos a continuación.
Para comenzar, Platón nos ilustra la relación entre Realidad y Conocimiento con una línea dividida primero en 2 partes que a su vez se encuentran divididas por otras 2, con lo que la línea quedaría divida en 4 partes
Por un lado encontraríamos el mundo sensible o material, caracterizado por ser contingente y cambiante. En este mundo sensible podemos encontrar mera imágenes, sombras y reflejos de los entes naturales y artificiales pertenecientes al ámbito de lo visible. En este mundo sensible podemos obtener meras opiniones (doxa) un grado de saber inferior cuyo objeto de estudio es la realidad sensible y material. Además estas opiniones son inestables, y por ello no son plenamente fiable ya que carecen de fundamento sólido y puede se erróneas. Para obtener conocimiento de las meras opiniones hacemos uso de la imaginación para el conocimiento de las imágenes, conjeturas (eikasía), los sentidos para el conocimiento de los entes naturales y artificiales, creencias (pistis).
Por otro lado encontraríamos el mundo inteligible o nouménico, caracterizado por ser de carácter inmutable, esencial y absoluto. En este mundo nouménico encontraríamos entes matemáticos e ideas presididas por la idea del Bien, pertenecientes al ámbito inteligible. Este mundo nouménico podemos obtener conocimientos verdaderos (espíteme) plenamente verdaderos, estables y firmes cuyo objeto de estudio son las estructuras inteligibles de las ideas. El conocimiento verdadero es plenamente verdadero, estable, firme, objetivo y se obtiene a través de la inteligencia. Está basado en la razón. Para obtener conocimientos verdaderos hacemos uso de la razón discursiva para el conocimiento de los entes matemáticos, verdad deducida (dianoia), y la intuición intelectual para el conocimiento de las Ideas, verdad intuida (noesis).
Platón estaba convencido que las matemáticas no eran meras invenciones. Éstas carecían de existencia en el mundo sensible, pero no en el mundo inteligible cuyo acceso era planamente intelectual, puro y abstracto. Por tanto, Platón concibe las matemáticas como
realidades inteligibles, eternas, inmateriales, invisibles e inmutables a semejanza de las Ideas. Platón las cualifica como realidades ontológicamente inferiores a las Ideas, pues son copias de ellas. Además consideró que las matemáticas admitían la pluralidad mientras que las ideas son únicas. Por otro lado, las ideas y las matemáticas presentan diferencias en su metodología de estudio, las ideas se obtienen plenamente de la inteligencia mientras que los matemáticos estudian las entidades matemáticas ayudándose de imágenes sensibles a través de dibujos y figuras visibles facilitando su comprensión. Finalmente, los matemáticos parten de hipótesis no fundamentadas, axiomas, junto a teoremas mediante razonamiento deductivo.
Platón, así pues, concibe las ideas como lo divino e imperecedero, son universales, objetivas, intangible, esenciales, inmutables, jerarquizadas y presididas por la Idea del Bien. Además, realizan una acción configuradora sobre la materia, es decir, que las ideas imponen a la materia una estructura inteligible, una consistencia y una estabilidad que la materia no posee.
Sin embargo, esta materia o conceptos obtenidos en el mundo sensible serán, por tanto, una representación física, inteligible a e imperfecta de una realidad, por tanto todo conocimiento obtenido en el mundo sensible no aportará una certeza absoluta.
El conocimiento de las ideas y sus relaciones constituyen el auténtico saber absoluto y total, espisteme. Para alcanzar el Saber Absoluto debemos realizar la dialéctica ascendente, la cual es un ascenso desde el estudio de las matemáticas, pasando luego por el sistema total de las ideas hasta alcanzar el saber absoluto en la contemplación de Bien. Por otro lado, nos encontramos frente a la dialéctica descendente basada en extraer el conocimiento verdadero obtenido tras la contemplación del bien para poder organizar una polis de forma justa. Ambos dialectos son representados en ``el mito de la caverna´´ en la cual se produce el ascenso hacia el mundo de lo intangible y la contemplación del Bien, el sol, y su descenso hasta el fondo de la caverna para liberar a sus compañeros de su ignorante realidad.
Concluyendo, Platón muestra un dualismo epistemológico y ontológico respecto a los diferentes grados del saber y su visión cosmológica del mundo determinando que el conocimiento verdadero, Epistemología, pertenece al mundo nouménico y la opinión, doxa, pertenece al mundo sensible. El ser humano ha de recorrer este camino desde la ignorancia, basada en las Imágenes, hasta el conocimiento completo, representado por las Ideas. A su vez las matemáticas tendrán una gran importancia en la educación Platónica debido a que realizan una preparación hacia el mundo abstracto, el mundo inteligible.
El dualismo Alma-Cuerpo, Antropología, Psicología
Platón concibe el alma como la parte más elevada del hombre y entendía la inmortalidad del alma como una purificación y liberación de la cárcel del cuerpo. El dualismo platónico antropológico del alma frente al cuerpo constituye el núcleo esencial de la doctrina platónica del alma. Platón hace uso del mito del carro alado (Fedro), para explicar la Imitación y participación de las Ideas, anamnesis, la catarsis y la estructura tripartita del alma. Todos estos conceptos los veremos a continuación.
La concepción dualista fue influida por la doctrina pitagórica, quienes vieron en el alma la causa de la armonía de los constitutivos materiales de las cosas. Esta armonía fue considerada de naturaleza matemática ya que puede expresarse por medio de relaciones numéricas cualquier tipo de realidad.
El hombre es capaz de obtener conocimientos verdaderos, por tanto, debemos aceptar que existen realidades inmutables, eternas, universales e independientes del mundo material, caracterizado por ser contingente, cambiante y capaz de ser conocido a través de los sentidos. En este mundo solo podemos encontrarnos meras imágenes, artefactos y a la naturaleza. Por tanto, dichas realidades pertenecen a otro mundo llamado mundo inteligible o nouménico .Éstas realidades a través de objetos matemáticos e ideas serán objeto de conocimiento verdadero, estable y permanente, de carácter metafísico y ontológico.
Estas realidades fueron llamadas Ideas. Platón concibe estas ideas como modelos de las cosas sensibles pertenecientes al mundo inteligible. Estas ideas son lo divino e imperecedero, son universales, objetivas, intangible, esenciales, inmutables y se encuentra jerarquizadas presididas por la Idea del Bien. Además, realizan una acción configuradora sobre la materia, es decir, que las ideas imponen a la materia una estructura inteligible, una consistencia y una estabilidad que la materia no posee del suyo
El alma fue considerada el afín de las ideas, por tanto, de carácter inmaterial, simple e inmortal por naturaleza. Platón estableció que las almas, procedentes del mundo inteligible, descienden de manera accidental y antinatural al mundo sensible produciendo una unión entre el alma y el cuerpo. Este estado del alma es transitorio debido a que su función es prepararse para la contemplación de la Idea del Bien. Esta noción de purificación determina que el alma se encuentra en un estado de impureza, catarsis, ya que es influenciada por las apetencias y exigencias del cuerpo impidiéndole el ejercicio del conocimiento intelectual. Por tanto el alma ha de oponerse a esta represión del cuerpo y a sus demandas y buscar la auténtica sabiduría. La muerte, por tanto, sería una forma de liberarse de los obstáculos que el cuerpo y el mundo sensible presentan.
A su vez, Patón introduce la teoría de que todo conocimiento es recuerdo, esta teoría es conocida como Anamnesis o reminiscencia. Platón trata de relacionar las ideas y los seres sensibles recurriendo a las imitaciones de las nociones de participación e imitación, puesto que los seres sensibles son imágenes imperfectas de las ideas. Esta teoría afirma que aprender es, en realidad, recordar aquello que habíamos olvidado, suponiendo que el alma tiene en sí misma el conocimiento de la ideas y que al descender al mundo sensible y encarnarse en un cuerpo estos conocimientos propios del alma son olvidados. Su fundamento se encuentra, por supuesto, en la aceptación de la inmortalidad del alma.
Por otra parte, Platón expone que el alma es tripartita con esquema dualista, de aspecto racional y aspecto personal o corporal. De tal manera que nos encontramos en el aspecto racional a la razón y en el aspecto corporal al apetito y a lo irascible.
El cuerpo es influenciado por las pasiones negativas, apetencias y al gozo mostrado por el mundo sensible. En cambio, el alma trata de realizar una ascensión al mundo inteligible, pero la parte díscola nos lo impide, y para poder realizar esta ascensión hacemos uso de la razón, la parte consciente del alma capaz de contemplar el ámbito de las ideas dejando atrás el ámbito de lo sensible. La razón no es capaz de controlar la parte díscola por sí misma por ello debe ser ayudada por la parte irascible, es decir, por el coraje y la fuerza, pese a que a veces esta parte del alma es sucumbida por las exigencias del apetito. Por tanto, toda aquella alma capaz de imponer orden entre sus elementos será capaz de llegar al mundo inteligible, la inteligencia.
Concluyendo, Platón, por tanto trata de distinguir entre tres tipo de hombre dependiendo de la parte del alma que domine. Podríamos distinguir entre los Sabios cuya virtud específica es la prudencia y su parte de alma dominante la racional, los Guerreros cuya virtud específica es la fortaleza y su parte de alma dominante la irascible y finalmente los productores cuya virtud específica es la templanza y su parte de alma dominante es la díscola. Por tanto platón determina que los Sabios serían los únicos capaces de alcanzar la idea del bien debido a un ordenamiento entre sus tres partes del alma y por tanto lo que deberían gobernar para organizar una polis justa según la verdad, el bien y la justicia.
El orden político y moral
Uno de los grandes proyectos del filósofo griego fue el de diseñar un Estado ideal en el que se daría un gobierno de manera absoluta.
Según Platón los gobiernos no ideales pasarían de la timocracia a la oligarquía, de aquí a la democracia, y ésta engendraría la tiranía. En la República, el libro V, Sócrates es instado a explicar porqué los filósofos deben gobernar recurriendo a la teoría de las ideas, mostrándonos el ideal de una polis justa junto teoría del rey filósofo.
Platón establece además la teoría de las ideas, consideradas como modelos de las cosas sensibles pertenecientes al mundo inteligible, de carácter esencial y lugar donde se hayan todas las ideas. Estas ideas son lo divino e imperecedero, son universales, objetivas, intangible, esenciales, inmutables y se encuentra jerarquizadas presididas por la Idea del Bien. Además, realizan una acción configuradora sobre la materia, es decir, que las ideas imponen a la materia una estructura inteligible, una consistencia y una estabilidad que la materia no posee del suyo. El alma es considerada el afín de las ideas, por tanto, es de carácter inmaterial, simple e inmortal por naturaleza.
Platón concibe el justicia como el ordenamiento adecuado de las tres parte del alma. la parte racional, encargada de controlar y ordenar el apetito de placer y de deseos irracionales, la parte concupiscible sucumbida por los placeres del mundo sensible y la parte irascible, aliada de la razón capaz de contener las pasiones de la parte concupiscible. Este ordenamiento debe establecerse a través de la prudencia, virtud propia de la razón capaz de controlar los deseos e impulsos; el valor y fortaleza, virtud propia del ánimo; la moderación y templanza capaces de que el apetito y el ánimo se sometan a los dictados de la razón.
A su vez, Platón expone su ideal político basándose en dos principio básicos:
El principio de correlación estructural entre el alma y el estado. Este principio sostiene que el estado posee una estructura tripartita al igual que el alma. Por tanto, este estado ideal debe estar dividido en tres tipos de hombre determinando tres clases sociales. Representando la parte racional del alma nos encontraríamos con los Gobernantes Filósofos, capaces de contemplar e imponer un orden racial en la política. Por otro lado, representando la parte irascible del alma encontraríamos a los Guardianes Auxiliares, dedicados a la defensa y mantenimiento del orden en el Estado, por tanto aliados de los Gobernantes al igual que la parte irascible del alma con la razón. Finalmente, nos encontraríamos representando a la parte apetitiva y pasional a los Productores, dedicados a una actividad económica de bienes y al comercio con la finalidad de satisfacer todas nuestras apetencias propias de una vida plenamente humana.
Por otra parte, nos encontramos frente al principio de especialización funcional. Este principio está basado en que cada individuo perteneciente a su respectiva clase social debe dedicarse a la tarea o función que le es propia con la finalidad de producir una satisfacción personal realizado aquello que más satisfaga a tu parte del alma dominante.
Por otro lado, nos encontramos frente a La teoría platónica del rey filósofo está basada en una oligarquía de filósofos sabios capaces de gobernar nuestro estado. Estos filósofos, tras observar la idea de Bien, Armonía y Justicia mediante una dialéctica ascendente, obtenida mediante nuestro aspecto racional ,deben realizar una dialéctica descendente basada en extraer el conocimiento verdadero obtenido tras la contemplación del bien para poder organizar una polis de forma justa, ajena a las meras opiniones de distintas clases sociales, mediante saberes teóricos, capaces de proporcionar un orden y una estructura de todo lo real, y saberes prácticos, capaces de proporcionar normas de toda ordenación moral y política.
Sin embargo, esta organización de una polis justa basada en la verdad, el bien, y la justicia la estableció frente a los Sofistas, intelectuales comprometidos con el régimen político vigente, la democracia. Los Sofistas eran caracterizados por relativistas y escépticos basados en la opinión influenciada por los distintos paradigmas dejando a la razón en un plano, lo que conduciría a la injusticia según la teoría platónica. Además establecieron dos leyes naturales fundamentales basada en ``La búsqueda del placer´´, con la finalidad de satisfacer todas nuestras necesidades vitales obteniendo un gozo y ``El dominio del más fuerte´´, debido a que uso de la fuerza bruta produce una sumisión por parte de la población, otorgando el derecho de liderar a condiciones meramente naturales y sensibles. Platón, sin embargo, refleja su convicción socrática concediendo a los conceptos ético-políticos el estatuto de ideas. Así pues, estos conceptos tienen una realidad absoluta y objetiva independientemente de las opiniones expuestas e influenciadas por los distintos paradigmas. Además un análisis de la naturaleza humana ajena de la razón no serviría para definir conceptos como el de justicia, y con ella, el resto de virtudes morales.
Concluyendo, la lógica de los sistemas de gobierno, ajenos al ideal platónico, los conduce a un aumento gradual de la degradación y la corrupción, un proceso hacia lo decadente .La finalidad del estado ideal platónico es, por tanto, promover la virtud, ARETE, y la Justicia, DIKE, tanto individual como social a través de una polis justa basada en el ideal platónico de justicia, una oligarquía de sabios y un principio de especialización funcional.
Educación, tipos de conocimiento, política y filosofía
Uno de los grandes proyectos del filósofo griego fue el de diseñar un Estado ideal en el que se daría un gobierno de manera absoluta. Para poder obtener un conocimiento verdadero Platón establece una academia con una educación selectiva y proceso activo con la finalidad de prepara a sus futuros gobernantes iluminados la idea de Bien.
Para ello Platón establece una educación, con el fin de preparar gente que comprenda el Mundo de las Ideas y se desprenda del Mundo Sensible. Esta educación consiste en enseñar artes tales como gimnasia y música desde los 0 a los 20 años, obteniendo un punto intermedio entre la ignorancia y el conocimiento. En esta etapa debe de desprenderse de las cadenas esclavizantes, ser capaz de salir del sector de la imaginación y de los objetos físicos donde lo único que hacemos es “conjeturar” (eikasía), y ‘’creer´´, (pistis). Quienes no pasen esta fase pertenecerán q los productores dedicados a una actividad económica de bienes y al comercio con la finalidad de satisfacer nuestras apetencias propias de una vida plenamente humana.
Después, desde los 20 a los 30 años se realizan estudios superiores tales como matemáticas y la estrategia militar, realizando una preparación a para el conocimiento abstracto, el conocimiento de las ideas. Esta preparación recibe el nombre de propedéutica. Quienes no logren pasar esta ésta formarán parte de Guardianes y guerreros, dedicados a la defensa y mantenimiento del orden en el Estado
Finalmente, tras 30 años aproximados comenzaríamos la búsqueda del conocimiento de las ideas y sus relaciones constituyen el auténtico saber absoluto y total, espisteme, realizando una dialéctica ascendente, la cual es un ascenso desde el estudio de las matemáticas, pasando luego por el sistema total de las ideas hasta alcanzar el saber absoluto en la contemplación de Bien. Por otro lado, nos encontramos frente a la dialéctica descendente basada en extraer el conocimiento verdadero obtenido tras la contemplación del bien para poder organizar una polis de forma justa. Ambos dialectos son representados en ``el mito de la caverna´´ en la cual se produce el ascenso hacia el mundo de lo intangible y la contemplación del Bien, el sol, y su descenso hasta el fondo de la caverna para liberar a sus compañeros de su ignorante realidad. Quienes lograran realizar ambas dialécticas formarían parte de los Gobernantes filósofos, capaces de contemplar e imponer un orden racial en la política
Como podemos observar estas etapas poseen un carácter selectivo debido a la teoría platónica del rey filósofo basada en una oligarquía de filósofos donde los sabios serían los únicos capaces de gobernar nuestro estado. Estos filósofos, tras observar la idea de Bien, Armonía y Justicia mediante una dialéctica ascendente, deben realizar una dialéctica descendente para poder organizar una polis de forma justa, ajena a las meras opiniones de distintas clases sociales, mediante saberes teóricos, capaces de proporcionar un orden y una estructura de todo lo real, y saberes prácticos, capaces de proporcionar normas de toda ordenación moral y política.
A su vez, podemos encontrar el principio de correlación estructural entre el alma y el estado. Este principio sostiene que el estado debe poseer una estructura tripartita al igual que el alma. Por tanto, este estado ideal debe estar dividido en tres tipos de hombre determinando tres clases sociales: Gobernantes Filósofos, representando la parte racional del alma, los Guardianes Auxiliares representando la parte irascible del alma y, por tanto, aliados de los Gobernantes al igual que la parte irascible del alma con la razón y finalmente, nos encontraríamos representando a la parte apetitiva y pasional a los Productores.
Platón concibe el justicia como el ordenamiento adecuado de las tres parte del alma. la parte racional, encargada de controlar y ordenar el apetito de placer y de deseos irracionales, la parte concupiscible sucumbida por los placeres del mundo sensible y la parte irascible, aliada de la razón capaz de contener las pasiones de la parte concupiscible. Este ordenamiento debe establecerse a través de la prudencia, virtud propia de la razón capaz de controlar los deseos e impulsos; el valor y fortaleza, virtud propia del ánimo; la moderación y templanza capaces de que el apetito y el ánimo se sometan a los dictados de la razón.
Para la consideración de una polis justa Platón establece el principio de especialización funcional. Este principio está basado en que cada individuo perteneciente a su respectiva clase social debe dedicarse a la tarea o función que le es propia con la finalidad de producir una satisfacción personal realizado aquello que más satisfaga a tu parte del alma dominante
Sin embargo, esta organización de una polis justa basada en la verdad, el bien, y la justicia la estableció frente a los Sofistas, intelectuales comprometidos con el régimen político vigente, la democracia. Los Sofistas eran caracterizados por relativistas y escépticos basados en la opinión influenciada por los distintos paradigmas dejando a la razón en un plano, lo que conduciría a la injusticia según la teoría platónica. Además establecieron dos leyes naturales fundamentales basada en ``La búsqueda del placer´´, con la finalidad de satisfacer todas nuestras necesidades vitales obteniendo un gozo y ``El dominio del más fuerte´´, debido a que uso de la fuerza bruta produce una sumisión por parte de la población, otorgando el derecho de liderar a condiciones meramente naturales y sensibles. Platón, sin embargo, refleja su convicción socrática concediendo a los conceptos ético-políticos el estatuto de ideas. Así pues, estos conceptos tienen una realidad absoluta y objetiva independientemente de las opiniones expuestas e influenciadas por los distintos paradigmas. Además un análisis de la naturaleza humana ajena de la razón no serviría para definir conceptos como el de justicia, y con ella, el resto de virtudes morales.
Resumiendo, , la educación es un proceso activo y selectivo debido a que Platón solamente ve cualificado para gobernar a aquél que haya contemplado la idea del Bien, no como pretendían los sofistas un proceso pasivo y retórico. El fin último de la educación, por tanto, es el conocimiento plenamente verdadero, inteligible y absoluto hallado en el mundo de las Ideas, ajeno al mundo sensible cuyos conocimientos carecen de fundamento y son inestables. Además podemos decir que una persona será buena y justa cuando su parte racional gobierne sobre la irascible y concupiscible, y es por eso que los filósofos-gobernantes, al constituir la parte racional y gobernar serán capaces de obtener Estado con verdadera Justicia Social.
Pregunta 4 Platón
El sistema político de la democracia ateniense del siglo V a.C., constituía una de las formas de gobierno más perfectas de la Antigüedad Clásica, contaba con instituciones como la Ekklesia, el Areópago y los tribunales de Justicia, siendo sus magistraturas accesibles por sorteo al conjunto de los ciudadanos. Pese a ello, esta democracia fue criticada por Platón.
Platón concebía la democracia como el origen de una oligarquía regida por el afán económico, semejando una mera tiranía. Además, la democracia muestra una igualdad ante la ley, acompañada de una libertad individual, lo que desencadenaría una ambición individual negada a someterse a las ambiciones colectivas, lo cual llevaría al caos y, a consecuencia, un deterioro de la estabilidad del Estado.
Pese a ello, Platón no creía en el determinismo social sino que anhelaba instaurar una sociedad diferente, propuesta en su libro ``la República´´, sin diferencias económicas y sin propiedad privada que la ocasione donde se privilegiaría el beneficio colectivo.
El problema de la democracia regida por el afán económico es un problema vigente. Platón determinó por qué inevitablemente esta democracia terminaría cayendo en una tiranía, a menos que se cambiasen esencialmente las estructuras económicas vigentes y el rumbo patético al que nos conduce la inercia política.
Descartes
René Descartes, también llamado Renatus Cartesius, nacido en Truena hacia el año 1596, fue un filósofo, matemático y físico francésconsiderado como el fundador de la geometría analítica y de la filosofía moderna, así como uno de los nombres más destacados de larevolución científica producida entre los siglos XVI-XVI.
Descartes sumido en una crisis escolástica, posturas escépticas, desconocimiento de conceptos subjetivos, y una constante crítica de la ciencia renacentista, inició una nueva vertiente ideológica conocida como ``Racionalismo´´. Se fundamentaba en el anhelo de una metodología axiomática que capacitara a la razón y a la lógica, sobre esquemas matemáticos para obtener una certeza absoluta de carácter indubitable ajena a la influencia de la experiencia ingenua y de todo saber basado en el criterio de autoridad. Esta convicción metódica, influenciados por el pitagorismo, capacitaba a la razón humana como fuente autónoma de verdad frente a la teología.
Para conocer dichas certezas de carácter indubitable no bastaba con concebirlas correctamente sino, una metodología accesible a cualquiera que incapacitase la errata en sus procedimientos. Según Descartes solo presentamos dos metodologías racionales del conocer, la intuición, capacidad para conocer de manera inmediata y sin posibilidad de errar o dudar debido a su evidencia y sencillez, y la deducción, una cadena de intuiciones basadas en inferencias a partir de otros hechos conocidos con certeza.
Esta metodología, debería presentar 4 principios clave. En primer lugar el principio del análisis, que determinaba que las cuestiones deberían ser planamente determinadas y reducidas a sus elementos más simples para facilitar su comprensión y ser aprehensibles por la intuición. En segundo lugar, el principio de síntesis, basado en reorganizar ordenadamente los pensamientos desde lo más simple hasta concebir conceptos de mayor calibre de manera gradual mediante la deducción desencadenando así una serie de razonamientos. En tercer lugar, el principio de enumeración, que imposibilitaba la omisión mediante enumeraciones completas y revisiones generales y, finalmente, el principio de la evidencia, que capacitaba meramente a la razón capacitada de concebir y verificar conocimientos claros y distintivos de carácter indubitable a la par de no interpretar ningún conocimiento por verdadero sin ser corroborado, para evitar así el desarrollo de paralogismos. El análisis y la síntesis reflejarán plenamente la intuición, aportando ideas claras, distintas y, por tanto, evidentes y a su vez, la deducción, hasta los inicialmente desconocido, prolongando la evidencia.
Descartes desarrolló una duda metódica derivada, principalmente, del último principio de las características metodológicas anteriores, concebida como duda cartesiana cuyo objetivo fue la fundamentación radical del conocimiento plenamente indubitable partiendo del axioma de que la duda era el paso previo a la certeza.
Haciendo uso del método, Descartes relegó de todo conocimiento fenoménico u empírico por su carencia de certeza y fundamento, de tal manera que incapacita a los sentido, pues estos son limitados, de tal manera que la experiencia podría presentar conocimientos que son meramente construcciones humanas ajena a la realidad externa presente. Además, cuestionó el estado de vigilia dado que carecía de indicios distintivos fiables que lo emanara del estado de sueño, cuyos objetos a pesar de ser de extremada de viveza solo aportan meros paralogismos, esta postura cuestionó la existencia de todo ente material, incluso la existencia de su propio cuerpo. Finalmente, para culminar la duda metódica, desarrolló la hipótesis de un genio maligno, mediante una duda hiperbólica, presuponiendo que un ser superior nos obliga a engañarnos sistemáticamente incapacitándonos para obtener la verdad absoluta, cuestionando así la legitimidad de las preposiciones que aparentemente presentan la máxima evidencia e incluso la infalibilidad de la matemática y de la lógica.
Esta duda radical exigida por el método relegó de todo tipo de conocimiento, desde las percepciones más remotas, pasando por la existencia del mundo, hasta misma verdad de las matemáticas. No obstante, no era una vía hacia el escepticismo sino un camino para encontrar la anhelada verdad absoluta indubitable. Descartes encontró en sus meditaciones intuidas dicha verdad inmune a toda duda: ``cogito ergo sum´´ , pienso luego soy, basándose en la existencia del ente que piensa y duda, independientemente de obtener conocimiento erróneos dado que en el supuesto de que existiese el genio maligno que nos incapacita para conocer conocimientos verdaderos, nosotros, entes pensantes, res cogitans, continuaríamos pensando y , por tanto, existiendo pese a no presentar extensión, corporal, siendo pues, un ente espiritual cuya existencia podría estar limitada por el tiempo en el que se presente el pensamiento.
Analizando esta primera verdad, determinó los criterios de certeza, dado a que todo aquello que presentase sus mismas características seria, al igual, plenamente verdadero. Descarte determinó que su firmeza y su carácter indubitable se basaba en su claridez, dado a su incapacidad de confusión y su claridad absoluta de ente indubitable y, a la par, por su distinción, dado a que es inconfundible e independiente a cualquier otro conocimiento. Por tanto, determinó que todo lo que sea claro y distinto será verdadero.
Esta nueva concepción de una realidad externa incognoscible determinada como meras emanaciones de la mente, y a su vez, donde meramente una creencia metafísica podía verificar su existencia, la de su propia mente, postura concebida como ``Solipsismo´´, le llevó a la concepción de entes reales presentes en su mente, las ideas, que compartían una misma realidad, sin embargo, en cuanto a su contenido, su realidad objetiva era diversa.
Descarte sometió a un análisis el origen de sus ideas, distinguiéndolas en tres tipos:
Por un lado las Ideas adventicias, que no presentan origen en nuestro propio pensamiento, sino que representan entes naturales obtenidos a través de la experiencia externa, estas ideas no aportaban conocimiento real puesto que proceden de los sentidos y ,por tanto, se cuestiona la existencia material de dichos objetos .
Por otro lado, nos encontraríamos las ideas facticias, que presentan origen en nuestro pensamiento dado que con construcciones de ésta, calificadas como entes ficticios y surrealistas que carecen de realidad sensible creadas por la imaginación.
Y finalmente, las ideas innatas, consideradas como propias del pensamiento, sin derivar de la experiencia sensible ni de nuestra imaginación, de tal manera que aportaban el conocimiento plenamente verdadero e indubitables que la razón encontraba en sí misma.
(Argumento de causalidad aplicada a la idea de Ser infinito, DIOS como causa de mi ser, la finitud del yo y ontológicos)
Entre estas ideas innatas encontró conceptos, tales como infinito, perfección e identidad cuya veracidad había sido corroboradas mediante la intuición, sin embargo, no podrían ser fruto del intelecto humano puesto que era de carácter imperfecto, su realidad formal debería ser, por tanto, proporcional a dicha idea y ,sin embargo, solo presentaba una mera idea de ésta. Este prejuicio intelectual, aceptado por filósofos escolásticos, determinaba que ``no puede haber más realidad en el efecto que en la causa´´ de tal manera que, la idea de perfección no podría haber sido desarrollada por un ser imperfecto al igual que la idea de un ser infinito no pudo haber sido causada por un ser finito. De esta manera, Descartes concibió que dichos conocimiento solo podrían haber sido colocados por un ser de su igual carácter, perfecto, infinito, indubitable, claro, distinto, omnisciente e ilimitado, un ser al que identificará como Dios, dado que comprende en sí toda la realidad.
A raíz de ahí, Descartes intuyó que su existencia no podría haber sido desarrollada por el mismo puesto que es un sujeto contingente, finito y limitado, pues duda de si su existencia permanecerá vigente tras dejar de pensar y del caso de ser perfecto sería omnipotente y por ello no presentaría ninguna duda. Además, de haberse producido se habría otorgado las mismas perfecciones que posee la idea de Dios, sin embargo, no las presentaba, de tal manera que solo podría ser pensamiento imperfecto fruto de un pensamiento plenamente perfecto, Dios, cuya realidad era indubitable, basándose en los argumentos formulados por San Anselmo de Canterbury, formuló que el déficit de existencia sería una limitación contrapuesta a prefecta omnipotencia debemos admitir, por lo consiguiente, que su esencia implica su existencia no solamente en nuestro pensamiento sino en la realidad.
Una vez demostrada la existencia de Dios, cuyos atributos reflejaban la plena perfección, y una vez reconocida su naturaleza, Dios se transformó en nuestra garantía de verdad, basándose en su plena bondad y veracidad fue concebido como un ``Deus Veracissimus´´ dado a que sería incapaz de permitirnos vivir en una constante mentira y por ello, las ideas adventicias deben corresponder a realidades corpóreas corroborando así la existencia en un mundo sensible y corpóreo, rechazando pues, la hipótesis del genio maligno que nos inducía al engaño.
Sin embargo, a veces, inducimos a error debido a que nuestra propia constitución mental, fragmentada en dos unidades. Por un lado, el entendimiento que refleja un intelecto limitado dado que somos incapaces de obtener la omnipotencia y por otro lado la voluntad, el libre albedrío, que no presenta limitaciones, en esto precisamente estriba la libertad humana, de tal manera que la voluntad desea sin límites tratando comprender conocimiento fuera de nuestro alcance. Así pues, cuando el intelecto se deja arrastras por la voluntad es llevada al plano incomprensible obteniendo juicios erróneos. La culpa del error, no es, pues, de Dios, sino de nuestra pretensión de juzgar lo que está fuera del alcance de la razón, un abuso del libre albedrío.
El mundo sensible, material, cuyo fundamento corpóreo presenta ahora una realidad es catalogado por Descares en dos cualidades. Por un lado encontraríamos las cualidades primarias, cuya realidad clara y objetiva puede ser expresada matemáticamente, tales como extensión o volumen, existen objetivamente independientemente del sujeto, mientras que las cualidades secundarias, tales como olores y sabores, no existen objetivamente en el mundo sensible sino que son meras atribuciones subjetivas, limitando así el mundo meramente a las cualidades primarias donde a partir de éstas se puede deducir la física y las leyes del movimiento mediante una interpretación mecanicista-matemático de la naturaleza donde se consideraba tanto al mundo como a todos los entes, animados e inanimados, como máquinas funcionando a su perfección, a excepción del alma y la mente humana reconocidas como entes espirituales.
Descartes elaboró una teoría antropológica dualista donde concebía al ser humano como un compuesto de dos sustancias; el pensamiento, el alma, res cogitan, y materia extensa corpórea, res extensa, como sustancias independientes e irreductibles entre sí. Descartes afirmó una estrecha unión entre ambas, sin embargo determinó el alma como ser deferente e independiente del cuerpo, dado que pese a su estrecha unión, puede prescindir de él. A su vez, erróneamente, determinó que dicha unión entre la res cogitan y res extensa se producía a través de la glándula pineal, situada en una parte del cerebro donde se unificaban todas las sensaciones.
Esta semejanza entre cuerpo y alma se asemeja, a su vez, a los apetitos naturales o pasiones, propios del cuerpo, y a la razón o la voluntad, propias del alma. El origen de las pasiones es corpóreo, causadas a raíz del de fuerzas vitales o tendencias del cuerpo que presentarán repercusiones en el alma. Las pasiones pueden ser de carácter involuntario cuando no dependen del alma racional sino que se le imponen y almas de carácter irracional cuando no son acordes con los dictados de la razón, obligando así a la voluntad a establecer una lucha para someterlas a su control. La fuerza del alma consistirá, precisamente, en tratar de controlar y dirigir las pasiones. Sin embargo, para descartes no todas las pasiones serán malas ni buenas, pero su exigencia de satisfechas de manera inmediata, sin más consideración, obligan a la voluntad a una lucha para encruzarlas racionalmente. De esta manera, la razón tiene que gobernar la vida del hombre y someter a las pasiones, cuyo dominio se realizará mediante la prudencia.
Pregunta 4 Descartes:¿Es el cogito resultado de un silogismo?
La proposición cartesiana ``cogito ergo sum´´, traducida como: pienso, luego soy, está expresada en forma de inferencia y, por ello, la podríamos interpretar, al igual que hizo Burman, como un silogismo, es decir, un razonamiento deductivo que puede aplicarse siempre que se disponga de una verdad general, una premisa mayor.
El supuesto silogismo cartesiano estaría formado por las proposiciones ``Todo lo que piensa es´´ y ``yo pienso´´ concluyendo por tanto, que ``yo soy´´, es decir, existo.
Sin embargo, el cogito sería concebido como un mero acto simple de visión mental y, si se tratase de un silogismo, la premisa principal `` Todo lo que piensa es´´ debería ser conocida y corroborada con anterioridad a la conclusión realizada. Luego el primer principio de todo su sistema metafísico, su primer axioma del cual parten las demás verdades cognoscibles por la razón humana ``cogito ergo sum´´, no sería el primero. Además sería incapaz de corroborar dicha premisa principal debido a que tendría que presuponer la existencia de otros seres, los cuales habían sido refutado mediante la duda metódica y, por otro lado, no podría verificar el pensamiento de dichos seres dotados de razón, presentes y futuros, pues se trataría de una tarea ingente e inabarcable.
Así pues, Descartes relega que su preposición ``cogito ergo sum´´ sea resultado de un silogismo, como le había objetado Burman, sino, adquirida mediante un acto puramente intuitivo en el que el ``yo´´ no se toma de ningún paso previo. De tal manera que, mi intuición sobre la conexión necesaria entre mi pensar y mi existir se encontraría latente por sí misma en el propio acto e intuir.
Nietzsche
Friedrich Wilhelm Nietzsche nacido el 15 de octubre de 1844 en Röcken, Alemania, es considerado uno de los pensadores contemporáneos más influyentes del siglo XIX por su crítica exhaustiva a la cultura, la religión y la filosofía occidental, mediante ladeconstrucción de los conceptos que las integran, basada en el análisis de las actitudes morales hacia la vida, la influencia del triunfo del secularismo de la Ilustración o los movimientos románticos que defendían el materialismo de ultranza ajeno al materialismo ramplón que presentaban las ciencias positivas.
El crepúsculo de los ídolos, realizada en 1888, es una obra difícil enmarcar por su carácter caleidoscópica, por su complejidad y su ausencia, voluntaria, de sistematismo. En esta obra podemos observar como Nietzsche nos devuelve a la clásica controversia de Heráclito frente a la inmutabilidad de Parménides, desarrollada por Platón, puesto que esta pugna griega del estatismo del ser,``el espíritu puro y en bien en sí´´, se contempla en nuestra cultura occidental cristiana.
El objeto de la crítica nietzscheana fue, por tanto, esta pugna dogmática estática con el fin de exaltar la cosmovisión vitalista de unarealidad de carácter móvil, dinámico e incesantemente cambiante, de índole perspectivista e interpretadora frente al continuo devenir.
El nihilismo no es una doctrina filosófica sino un movimiento histórico de índole esencial que abarca todo el destino de los pueblos de occidente. Esta concepción relega de la veracidad de un mundo suprasensible, el de la ``verdadera vida´´, y de sus especulativas relaciones con la esencia del ser y el absoluto.
Nietzsche presenta una concepción nihilista al refutar la existencia de Dios, catalogándolo como una mera construcción humana producida a consecuencia de la debilidad de nuestro ser, suponiendo una negación de la voluntad de poder del hombre, donde los débiles y esclavos, en vista de sus lánguidas fuerzas y su incapacidad para afrontar los avatares e interrogantes de la vida, construyen una realidad transmundana en la que prima el orden, lo eterno e inmutable, creadora del mundo sensible, siendo éste en calidad de efecto también ordenado, y por ende, cognoscible. De éste orden concebimos, según Nietzsche falacias al presuponer el no-devenir de las cosas así como la igualdad entre éstas. Esta concepción nihilista pasiva, por tanto, refleja una regresión del poder espiritual refutando los valores vigentes puesto que son inadecuados, desvalorizan de la vida misma y su carácter dinámico.
Esta concepción, a su vez, presupone una reafirmación, nihilismo activo, un proceso ambivalente y dialéctico mediante el propio proceso ateísta de relegar de la tradición esencialista platónico-cristina y adquirirlo como punto de inflexión hacia una nueva perspectiva ontología y antropología, del ser y del hombre, concibiendo una exaltación, ad aeternum, de la propia vida, signo de poder que incrementa el espíritu y su fortaleza, la gran aurora, algo instintivo, una nueva voluntad de poder.
Por tanto refutamos un dios de carácter monoteísta e inmutable, esencia de la metafísica dogmática, condicionante de nuestra moralidad y veracidad intramundana, puesto que anhelamos una pluralidad de perspectivas que dios no ha sido capaz de aportarnos, para hallarla en el hombre en su condición de libertad, como en el politeísmo, gnoseológico y ontológico, donde prefigura la libertad y multiplicidad mundana.
Así pues, Nietzsche se muestra tremendamente crítico frente al nihilismo pasivo, y en este sentido podemos decir que es antinihilista. Sin embargo, frente a ello, propone un nihilismo activo, por lo tanto, en este sentido es nihilista.
Nietzsche determinó a la moral cristiana vigente como índole de ``contranatura´´, fundamentada en la teoría platónica, relega de los instintos vitales mediante leyes o decálogos que delimitan nuestro libre albedrío, una inhibición frente a la exuberancia de la vida, acotando nuestra vida mundana a la resignación, por temor al pecado, para obtener la verdadera vida en el mundo del más allá, el reino de dios, basado en el mundo de las ideas, de carácter suprasensible e inmutable que englobaría todas las características de nuestros tópicos intelectuales elevados y esenciales reflejados en la ``idea del bien´´, cuya veracidad se basa en una mera cuestión especulativa de mera fe, frente a lo aparente cognoscible.
Además determinó un ``orden moral mundano´´ concediendo una entidad personal y habilidad para decidir nuestros actos con solvencia y libre albedrío, sin embargo, nos responsabilizaba frente a una eterna condena, infectando así, la inocencia del devenir y adquiriendo una irreal concepción de libre moral y aportando calificativos morales de cada acto.
Esta pugna acota nuestros intereses legítimos frente a intereses y poderes religiosos o gubernamentales, asumiendo así un orden acrítico por miedo a las represalias y, por ello, Nietzsche propone relegar de Dios con el fin de una moral que exalte la vida y un mundo determinado por el paradigma vigente, otorgándole así al ser la inocencia griega del devenir.
Este ``complot cristiano´´ fue calificado como signo de decadencia, enfermedad, humana por la presencia de juicios de carácter antiético a la vida misma aportando, paradójicamente, una fundamentación en Dios y no en el hombre, interponiendo las meras especulaciones del mundo suprasensible, que no pueden ser corroboradas, frente al mundo del devenir cuya percepción paradigmática nos muestra los fenómenos y apariencias vigentes que reflejan la vida. La ontología, junto a la moral, por tanto, presentaría un error conceptual al relegar del mundo del devenir calificado como aparente mientras que esta cualidad verifica su realidad.
Nietzsche concibió categorías existenciales del ser verdadero de las cosas como signos del no-ser, de la nada, puesto que no poseen ni fundamentación verificable ni otro título de legitimidad ajeno a la justificación de nuestros conceptos, con el fin de explicar ``lo real´´ y determinarlo como único y verdadero. De ésta manera la realidad aparente queda cosificada y acotada mediante los conceptos, que reflejan una ilusión óptica-moral, extralimita los raciocinios aportando meras especulaciones, ficciones lógicas inmutables y modelos inverificables de conocimiento que posibilitaron una relativa estabilidad frente a la caótica entropía vigente en el mundo sensible.
La pugna epistémica y ontológica tradicional de occidente presuponía una perfecta adecuación del concepto a la realidad, mientras que Nietzsche cuestionaba dicha adecuación fijista e inmóvil frente a un mundo sucumbido por el devenir y el continuo cambio.
Frente a ello, propuso una abstracción que nos posibilitase la evasión al devenir, a estar abocados en una continua inmediatez impresionista mediante una conceptualización de aspectos metafóricos estéticos, efímeros e intuitivos, fruto de percepciones y sensaciones individuales procedentes del mundo fenoménico, para obtener conceptos o eidos que abarcasen multitud de casos individualizados no idénticos sin eludir características particulares y cuya veracidad será determinada por la personal historicidad y paradigma vigente.
Por tanto, Nietzsche propuso el uso de un lenguaje, interiorizado y exteriorizado, de manera metafórica para interpretar nuestra concepción mundana desde la propia historicidad e influencia del paradigma vigente, de tal manera que nuestras interpretaciones serán únicas y exclusivas para cada uno de nosotros, sin embargo, mostrando una realidad instantánea y difusa frente al estable fijismo capaz de englobar de manera irreal a un mundo de entropía.
Nietzsche, a su vez, presentó una crítica frente a las ciencias positivas por su carácter simplista, que eludía la multiplicidad e individualidad propia del mundo sensible, delimitando así el flujo de la vida a un ámbito numérico de entes cuantificables reflejados mediante magnitudes.
Además, la metodología mecanicista-positivista presenta leyes naturales de lectura apriorística espacio-temporal, que determinan una sucesión y un espacio geométrico relativizado, obteniendo meros conocimientos acerca de lo que hemos aportado. Nietzsche, por ello, critica la metodología por su rigidez matemática y su inviolabilidad de las representaciones espacio-temporales.
Por otro lado, presenta una metodología incapaz de aportarnos juicios valorativos morales, vitales o sociales, puesto que es incapaz de concebir nuestras cuestiones vitalistas, sumidas en un constante devenir y que realmente reflejan la vida en sí. Además, este tipo de ciencia ha sabido favorecer sus intereses gubernamentales, económicos y sociales sucumbiendo a la población en una sociedad capitalista y consumista mediante una alusión de la felicidad.
Así pues, la voluntad de poder nietzscheana es el propio reflejo de la vida y su exaltación cuya influencia paradigmática y de propia historicidad del sujeto, la relación entre ontología y antropología, le posibilita un carácter interpretativo frente a esta realidad vital de eterno devenir, múltiple perspectiva, y de carácter cualitativo. (Además de la transvaloración de los valores y el lenguaje metafórico explicados arriba)
La concepción nietzscheana de veracidad, por tanto, presentó un sentido distinto donde los juicios no se calificarían como verdaderos o falsos sino por su favorecimiento o no a la vida mundana. Esta calificación, gracias a la lógica, posibilita un enfoque holístico aparencial y esencial del ser vivo afirmando y estableciendo al ser frente al constante devenir. Por, tanto Nietzsche relegó del lastre apolíneo que concebía un mundo ordenado y racional para adquirir la concepción dionisiaca, que enfatizaba los instintos, el devenir, la pluralidad, lo biológico, o estribar entre ambos, con el fin de presentar una relativa apolínea individualización frente a la totalidad dionisiaca.
Esta concepción dionisiaca la podemos observar plenamente reflejada en la concepción del ideal del superhombre, que refleja en su plenitud la manifestación de voluntad de poder, frente a lo estático , lo subyugado, la moral de esclavos o a cualquier acto gregario. El superhombre es, por tanto, un espíritu libre, una persona autorrealizada, niega la individualidad, un canon de la vida y una exaltación de los instintos. El tránsito para poder alcanzar este ideal se encuentra reflejado en la alegoría de Zaratustra, una dialéctica de transmutación de valores reflejadas en la etapa de ``El Camello´´, que obedece ciegamente los ideales impuestos, ``El León´´ que refleja el nihilismo pasivo al rechazar los valores tradicionales y finalmente ``El Niño´´,(nihilismo activo) libre de prejuicios y capaz de crear una nueva concepción de valores, un pleno reflejo de voluntad de dominio.
Pregunta 4 Nietzsche
El arte griego y cristiano, ha sido asociado, de manera inmediata, a la ilustración divina puesto que su esfera religiosa y reflexiva imposibilita su visión desde perspectivas ajenas a la asociación suprasensible y divina.
El arte contemporáneo sin embargo, fiel a la perspectiva de Nietzsche, relega de la inmutabilidad cultural occidental que somete la multiplicidad vigente de este mundo fenoménico. Esta simbología perspectivista contemporánea, por tanto, excluye la biunívoca transparencia del concepto en el ámbito artístico para presentar una simbología metafórica que abarque dicha multiplicidad y pluralidad que nos presenta la vida.
Por ello, la certeza hermenéutica contemporánea concibe al arte, como reflejada la filosofía de Hans-Georg Gadamer, mediante un fenómeno interpretativo desde la personal historicidad y el paradigma vigente, experimentado, así, un carácter disruptivo, provocador y único para cada uno de nosotros.
Así pues, la esencia artística en el mundo contemporáneo, basada en la visión nietzscheana, no es más que la ambigüedad metafórica, la totalidad del mundo experimentable y la posición ontológica del hombre en el mundo, siendo así, él y el mundo sensible, su hierofanía, es decir, el propio reflejo de la divinidad.
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